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Introducción
Autor: Manuela Mesa Peinado
Fuente: CEIPAZ-Fundación Cultura de Paz/Icaria
Año: 2009
Idioma: Español
Tipo de documento: documento oficial
Introducción al libro 1325 mujeres tejiendo la paz, que reúne semblanzas de mujeres de todo el mundo que han realizado una contribución a la defensa de la paz, el desarrollo, los derechos humanos y la resolución pacífica de los conflictos. Descargas. Intro.pdf
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La Resolución 1325: una oportunidad para la paz y la igualdad
La Resolución 1325: una oportunidad para la paz y la igualdad
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Manuela Mesa Peinado
Este libro está tejido a partir de 1325 historias de vida de mujeres que han trabajado por la paz. Quiere hacer un reconocimiento y rescatar del olvido las historias de muchas mujeres que han sido claves, en su tiempo y en su lugar, en la prevención de las guerras y en la búsqueda de salidas no violentas a los conflictos.
Como dice Carmen Magallón: “En un mundo en el que todavía predomina la mirada arraigada de la experiencia masculina, hablar desde las vidas de las mujeres tiene a veces rango de descubrimiento, de develamiento de un pensar y de un hacer que no son los comunes, que no han podido hacerse comunes por estar ocultos en la niebla de lo que no ha sido dicho en público”.
Se presentan 70 semblanzas que ayudan a conocer el contexto de las mujeres en las situaciones de conflicto, en su lucha por los derechos humanos y la justicia, a favor del desarrollo y la igualdad y contra la impunidad y el olvido.
En la confección de este libro han participado mujeres periodistas, abogadas, académicas, educadoras, economistas y de ámbitos muy diversos, como centros de investigación y educación para la paz, ONG, medios de comunicación y universidades, entre otras. Todas ellas han elaborado cuidadosas semblanzas, que se relacionan y conectan unas con otras, formando redes e interactuando entre sí. Cada texto ha inspirado una ilustración que ha sido elaborada por diseñadores que integran un amplio colectivo y que han deseado unirse al proyecto aportando sus propuestas gráficas.
Las mujeres juegan un papel clave en la construcción de la paz. Durante la guerra, su lucha por el mantenimiento de la vida por encima de otras cuestiones ha sido clave para enfrentarse a la dinámica del conflicto y para encontrar vías para la paz y la resolución negociada. En los procesos de paz y en la fase de rehabilitación posbélica, las mujeres han desempeñado una labor importante en tender puentes entre los grupos enfrentados y en facilitar la reconciliación en las sociedades rotas y, cuando ha sido necesario, han contribuido al apoyo a las víctimas, a través de la verdad, la justicia y la reparación de los crímenes que la guerra produjo. Las mujeres que aquí se presentan son personas cuya trayectoria y experiencia tiene un gran valor: en algunos casos, son mujeres que no han querido someterse ni resignarse a la injusticia, a la prepotencia de la violencia, a la arrogancia del poder o a la insolidaridad. En otros casos, son mujeres pioneras e innovadoras que han practicado el diálogo, han promovido las alianzas y la inclusión en un mundo en el cual la violencia, la exclusión y la humillación siguen siendo parte habitual del ejercicio del poder y de la política. Se trata de mujeres fuertes, que han defendido sus actos con firmeza y que han abierto caminos para sí mismas y para los demás.
Cuando se inician los procesos de negociación, o bien cuando se decide la guerra o el fin de las hostilidades, cuando se firman los acuerdos de paz, cuando se decide cómo reconstruir las sociedades rotas tras la guerra y cómo sentar las bases institucionales y jurídicas para lograr una paz sostenible y duradera, las mujeres son habitualmente ignoradas y excluidas de los procesos de toma de decisiones. Por lo tanto sus necesidades y aportaciones no suelen ser tenidas en cuenta. Las cuestiones de seguridad tienen importantes implicaciones para las mujeres y, por ello, éstas no pueden estar ausentes de las negociaciones de paz, ni de la posterior fase de rehabilitación.
Las semblanzas son un medio para dar visibilidad a la enorme contribución que las mujeres han hecho para la construcción de la paz. Cada historia de vida y trayectoria es única, pero al mismo tiempo representa las vidas de otras muchas mujeres, algunas anónimas, otras conocidas, que forman parte de organizaciones, o bien actúan en redes informales, pero que a menudo comparten principios similares y han utilizado estrategias comunes en su trabajo por la paz. Estas mujeres enseñan a ver el mundo de otra manera: venciendo los prejuicios, asumiendo riesgos, buscando la coherencia en las formas de actuar y en la manera de estar en el mundo. Cada una de ellas merecería semblanzas más extensas, quizás hasta un libro completo. Hay muchos hilos invisibles que conectan las historias de vida de unas con las de otras en el quehacer diario, tanto las que aparecen en este libro como las que no se han podido incluir. Con esta publicación queremos dar un mayor relieve a su trabajo por la paz, estableciendo nexos entre ellas, creando un tejido nuevo formado por las autoras de las semblanzas con las protagonistas y sus historias de vida.
Se presentan 1325 nombres de mujeres implicadas en los procesos de construcción de la paz y 70 semblanzas de mujeres de todo el mundo. El listado se ha elaborado de forma colectiva, incorporando sugerencias y propuestas de distintas personas e instituciones. Se trata de un tejido inacabado, abierto a nuevas ideas y contribuciones. Sabemos que 1325 mujeres son un gran número, pero es tan sólo una representación de una cantidad ingente de mujeres que en el día a día trabajan por la paz y para construir un mundo mejor. Por esto, este libro extiende sus páginas, las multiplica y amplía, a partir de un portal web que recoge todo aquello que por motivos de espacio y concepto no pudo ser incluido en la publicación impresa. De este modo, libro y web se retroalimentan mutuamente y permiten que el proyecto siga vivo, dinámico, incorporando nuevas semblanzas, vinculándose unas con otras para lograr un tejido aún más rico y diverso que dé soporte al trabajo de las mujeres por la paz.
Las semblanzas están organizadas en cuatro bloques, que son flexibles pero que ayudan a organizar las experiencias de unas y otras mujeres. El primer bloque aborda, a partir de las historias de vida, el ciclo de los conflictos, desde la prevención hasta los procesos de negociación, la rehabilitación y la reconciliación. Mujeres como la austriaca Bertha von Suttner, que desafió las convenciones de su época y cuestionó el militarismo, para decir “abajo las armas”. Como Cora Weiss, que a partir del Llamamiento de la Haya por la Paz lleva impulsando desde hace años un programa de educación para la paz por todo el mundo. Como Rachel Corrie, que denunció los atropellos diarios y la violencia sistemática a la que son sometidos los palestinos, y que fue aplastada por un tanque israelí cuando se manifestaba pacíficamente contra la ocupación. Como Elizabeth Eidenbenz, que creó una maternidad en Elna (Francia) para asistir a las mujeres exiliadas embarazadas, al finalizar la Guerra Civil Española. Estas son, entre otras, algunas de las mujeres presentadas en esta sección.
El segundo bloque se refiere a los derechos humanos y la justicia, que abarca las acciones de miles de mujeres en busca de la verdad, la justicia y la reparación, y en la lucha contra la impunidad. Mujeres como Carla Del Ponte, comprometida con la justicia con las víctimas. Como Estela Barnes de Carlotto, de las Abuelas de la Plaza de Mayo, que ha buscado de forma incansable a las personas desaparecidas y a las víctimas de la dictadura argentina, para que no caigan en el olvido. Como Anna Politkóvskaya, ferviente militante del diálogo que no cesó de denunciar las violaciones de los derechos humanos que se producían en Chechenia, hasta que fue asesinada. Como Shirin Ebadi, que desafía al régimen de los ayatolás, que excluye, margina y reprime a las mujeres, promoviendo cambios legislativos, e impulsando reformas desde dentro para construir la democracia en su país.
La participación política es el eje del tercer bloque. Las mujeres están escasamente representadas en las instituciones democráticas. A pesar de las dificultades que enfrentan las mujeres para una mayor participación política, se han identificado aquellas que han pasado por la política y desde su posición de poder han jugado un papel relevante en la construcción de la paz. Mujeres como Aung San Su Kyi, confinada en su casa por los militares birmanos, que renunció a una vida cómoda en Inglaterra para luchar por la democracia en su país desde la resistencia pacífica y la no violencia. Como Marcela Lagarde, que sacó a la luz el problema de los feminicidios en Ciudad Juárez (México) y que logró que se aprobara una Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Como Rigoberta Menchú, que ha logrado que las reivindicaciones de los pueblos indígenas sean tenidas en cuenta desde el ámbito político.
La cuarta sección se refiere al desarrollo humano y sostenible, esencial para construir un mundo en paz. Las mujeres que se presentan han trabajado en la educación, en la reducción de la pobreza, en garantizar la salud y en proteger el medio ambiente. Mujeres como Wangari Maathai, que al grito de harambee —que significa “todos a una”— ha logrado plantar más de 30 millones de árboles en Kenia, y así recuperar zonas devastadas. Como Arundhati Roy, que con sus libros ha sabido dar valor a la resiliencia: la capacidad de los excluidos de resurgir de sus propias cenizas. Como Domitila Barrios, una de las mujeres líderes de los movimientos mineros de Bolivia, que a sus 75 años sigue su lucha por mejorar las condiciones de vida de los que trabajan en la mina.
Cada semblanza va acompañada por una ilustración, con el deseo de invitar a un diálogo entre las palabras y las imágenes. Se trata de utilizar así diferentes formas de contar las historias de estas mujeres, también desde el color de la diversidad y la belleza de las líneas. Éstas han sido realizadas en colaboración con la Bienal Iberoamericana de Diseño (BID), que reúne a diseñadores de España y América Latina, y que bajo la coordinación de Unocomunicación han dado una mayor riqueza comunicativa a cada semblanza.
.Manuela Mesa Peinado
Este libro está tejido a partir de 1325 historias de vida de mujeres que han trabajado por la paz. Quiere hacer un reconocimiento y rescatar del olvido las historias de muchas mujeres que han sido claves, en su tiempo y en su lugar, en la prevención de las guerras y en la búsqueda de salidas no violentas a los conflictos.
Como dice Carmen Magallón: “En un mundo en el que todavía predomina la mirada arraigada de la experiencia masculina, hablar desde las vidas de las mujeres tiene a veces rango de descubrimiento, de develamiento de un pensar y de un hacer que no son los comunes, que no han podido hacerse comunes por estar ocultos en la niebla de lo que no ha sido dicho en público”.
Se presentan 70 semblanzas que ayudan a conocer el contexto de las mujeres en las situaciones de conflicto, en su lucha por los derechos humanos y la justicia, a favor del desarrollo y la igualdad y contra la impunidad y el olvido.
En la confección de este libro han participado mujeres periodistas, abogadas, académicas, educadoras, economistas y de ámbitos muy diversos, como centros de investigación y educación para la paz, ONG, medios de comunicación y universidades, entre otras. Todas ellas han elaborado cuidadosas semblanzas, que se relacionan y conectan unas con otras, formando redes e interactuando entre sí. Cada texto ha inspirado una ilustración que ha sido elaborada por diseñadores que integran un amplio colectivo y que han deseado unirse al proyecto aportando sus propuestas gráficas.
Las mujeres juegan un papel clave en la construcción de la paz. Durante la guerra, su lucha por el mantenimiento de la vida por encima de otras cuestiones ha sido clave para enfrentarse a la dinámica del conflicto y para encontrar vías para la paz y la resolución negociada. En los procesos de paz y en la fase de rehabilitación posbélica, las mujeres han desempeñado una labor importante en tender puentes entre los grupos enfrentados y en facilitar la reconciliación en las sociedades rotas y, cuando ha sido necesario, han contribuido al apoyo a las víctimas, a través de la verdad, la justicia y la reparación de los crímenes que la guerra produjo. Las mujeres que aquí se presentan son personas cuya trayectoria y experiencia tiene un gran valor: en algunos casos, son mujeres que no han querido someterse ni resignarse a la injusticia, a la prepotencia de la violencia, a la arrogancia del poder o a la insolidaridad. En otros casos, son mujeres pioneras e innovadoras que han practicado el diálogo, han promovido las alianzas y la inclusión en un mundo en el cual la violencia, la exclusión y la humillación siguen siendo parte habitual del ejercicio del poder y de la política. Se trata de mujeres fuertes, que han defendido sus actos con firmeza y que han abierto caminos para sí mismas y para los demás.
Cuando se inician los procesos de negociación, o bien cuando se decide la guerra o el fin de las hostilidades, cuando se firman los acuerdos de paz, cuando se decide cómo reconstruir las sociedades rotas tras la guerra y cómo sentar las bases institucionales y jurídicas para lograr una paz sostenible y duradera, las mujeres son habitualmente ignoradas y excluidas de los procesos de toma de decisiones. Por lo tanto sus necesidades y aportaciones no suelen ser tenidas en cuenta. Las cuestiones de seguridad tienen importantes implicaciones para las mujeres y, por ello, éstas no pueden estar ausentes de las negociaciones de paz, ni de la posterior fase de rehabilitación.
Las semblanzas son un medio para dar visibilidad a la enorme contribución que las mujeres han hecho para la construcción de la paz. Cada historia de vida y trayectoria es única, pero al mismo tiempo representa las vidas de otras muchas mujeres, algunas anónimas, otras conocidas, que forman parte de organizaciones, o bien actúan en redes informales, pero que a menudo comparten principios similares y han utilizado estrategias comunes en su trabajo por la paz. Estas mujeres enseñan a ver el mundo de otra manera: venciendo los prejuicios, asumiendo riesgos, buscando la coherencia en las formas de actuar y en la manera de estar en el mundo. Cada una de ellas merecería semblanzas más extensas, quizás hasta un libro completo. Hay muchos hilos invisibles que conectan las historias de vida de unas con las de otras en el quehacer diario, tanto las que aparecen en este libro como las que no se han podido incluir. Con esta publicación queremos dar un mayor relieve a su trabajo por la paz, estableciendo nexos entre ellas, creando un tejido nuevo formado por las autoras de las semblanzas con las protagonistas y sus historias de vida.
Se presentan 1325 nombres de mujeres implicadas en los procesos de construcción de la paz y 70 semblanzas de mujeres de todo el mundo. El listado se ha elaborado de forma colectiva, incorporando sugerencias y propuestas de distintas personas e instituciones. Se trata de un tejido inacabado, abierto a nuevas ideas y contribuciones. Sabemos que 1325 mujeres son un gran número, pero es tan sólo una representación de una cantidad ingente de mujeres que en el día a día trabajan por la paz y para construir un mundo mejor. Por esto, este libro extiende sus páginas, las multiplica y amplía, a partir de un portal web que recoge todo aquello que por motivos de espacio y concepto no pudo ser incluido en la publicación impresa. De este modo, libro y web se retroalimentan mutuamente y permiten que el proyecto siga vivo, dinámico, incorporando nuevas semblanzas, vinculándose unas con otras para lograr un tejido aún más rico y diverso que dé soporte al trabajo de las mujeres por la paz.
Las semblanzas están organizadas en cuatro bloques, que son flexibles pero que ayudan a organizar las experiencias de unas y otras mujeres. El primer bloque aborda, a partir de las historias de vida, el ciclo de los conflictos, desde la prevención hasta los procesos de negociación, la rehabilitación y la reconciliación. Mujeres como la austriaca Bertha von Suttner, que desafió las convenciones de su época y cuestionó el militarismo, para decir “abajo las armas”. Como Cora Weiss, que a partir del Llamamiento de la Haya por la Paz lleva impulsando desde hace años un programa de educación para la paz por todo el mundo. Como Rachel Corrie, que denunció los atropellos diarios y la violencia sistemática a la que son sometidos los palestinos, y que fue aplastada por un tanque israelí cuando se manifestaba pacíficamente contra la ocupación. Como Elizabeth Eidenbenz, que creó una maternidad en Elna (Francia) para asistir a las mujeres exiliadas embarazadas, al finalizar la Guerra Civil Española. Estas son, entre otras, algunas de las mujeres presentadas en esta sección.
El segundo bloque se refiere a los derechos humanos y la justicia, que abarca las acciones de miles de mujeres en busca de la verdad, la justicia y la reparación, y en la lucha contra la impunidad. Mujeres como Carla Del Ponte, comprometida con la justicia con las víctimas. Como Estela Barnes de Carlotto, de las Abuelas de la Plaza de Mayo, que ha buscado de forma incansable a las personas desaparecidas y a las víctimas de la dictadura argentina, para que no caigan en el olvido. Como Anna Politkóvskaya, ferviente militante del diálogo que no cesó de denunciar las violaciones de los derechos humanos que se producían en Chechenia, hasta que fue asesinada. Como Shirin Ebadi, que desafía al régimen de los ayatolás, que excluye, margina y reprime a las mujeres, promoviendo cambios legislativos, e impulsando reformas desde dentro para construir la democracia en su país.
La participación política es el eje del tercer bloque. Las mujeres están escasamente representadas en las instituciones democráticas. A pesar de las dificultades que enfrentan las mujeres para una mayor participación política, se han identificado aquellas que han pasado por la política y desde su posición de poder han jugado un papel relevante en la construcción de la paz. Mujeres como Aung San Su Kyi, confinada en su casa por los militares birmanos, que renunció a una vida cómoda en Inglaterra para luchar por la democracia en su país desde la resistencia pacífica y la no violencia. Como Marcela Lagarde, que sacó a la luz el problema de los feminicidios en Ciudad Juárez (México) y que logró que se aprobara una Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Como Rigoberta Menchú, que ha logrado que las reivindicaciones de los pueblos indígenas sean tenidas en cuenta desde el ámbito político.
La cuarta sección se refiere al desarrollo humano y sostenible, esencial para construir un mundo en paz. Las mujeres que se presentan han trabajado en la educación, en la reducción de la pobreza, en garantizar la salud y en proteger el medio ambiente. Mujeres como Wangari Maathai, que al grito de harambee —que significa “todos a una”— ha logrado plantar más de 30 millones de árboles en Kenia, y así recuperar zonas devastadas. Como Arundhati Roy, que con sus libros ha sabido dar valor a la resiliencia: la capacidad de los excluidos de resurgir de sus propias cenizas. Como Domitila Barrios, una de las mujeres líderes de los movimientos mineros de Bolivia, que a sus 75 años sigue su lucha por mejorar las condiciones de vida de los que trabajan en la mina.
Cada semblanza va acompañada por una ilustración, con el deseo de invitar a un diálogo entre las palabras y las imágenes. Se trata de utilizar así diferentes formas de contar las historias de estas mujeres, también desde el color de la diversidad y la belleza de las líneas. Éstas han sido realizadas en colaboración con la Bienal Iberoamericana de Diseño (BID), que reúne a diseñadores de España y América Latina, y que bajo la coordinación de Unocomunicación han dado una mayor riqueza comunicativa a cada semblanza.
La Resolución 1325 sobre el papel de las mujeres en la construcción de la paz
“1325 mujeres tejiendo la paz” es un proyecto colectivo, que tiene por objetivo dar a conocer la Resolución 1325 y facilitar el conocimiento y la puesta en acción de una serie de medidas concretas que permitan avanzar en la protección de las mujeres en las situaciones de conflicto y favorecer su participación en las negociaciones de paz y en los procesos de rehabilitación posbélica. Aunque el Consejo de Seguridad había abordado en distintas ocasiones la extrema violencia que sufren las mujeres en las situaciones de conflicto, no fue hasta octubre del año 2000 cuando, por primera vez en su historia, adopta una resolución que reconoce a las mujeres no sólo como víctimas, sino también como actores claves en los procesos de paz y en la rehabilitación posbélica. La Resolución 1325 exhorta al Secretario General y a los Estados miembros a actuar para lograr una mayor inclusión de las mujeres en los procesos de negociación de la paz y en la reconstrucción y reconciliación posbélica. Reconoce que “la paz está intrínsicamente unida a la igualdad entre hombres y mujeres” y el “acceso pleno y la participación total de las mujeres en las estructuras de poder y su completa implicación en los esfuerzos para la prevención y la resolución de conflictos son esenciales para el mantenimiento y la promoción de la paz y la seguridad”.
La aprobación de esta Resolución fue el resultado de muchos años de trabajo por parte de las organizaciones de la sociedad civil en torno al impacto de los conflictos armados en las mujeres, y sobre el papel activo que ellas jugaban en los procesos de negociación y de rehabilitación posbélica. La coordinación de diversas organizaciones sociales, de desarrollo y de mujeres, tras la Conferencia realizada en Pekín en 1995 sobre Mujer y Desarrollo, permitió la definición de una agenda conjunta para hacer incidencia política sobre esta cuestión en el ámbito internacional. Todos estos elementos contribuyeron a que en el año 2000, como se ha señalado, el Consejo de Seguridad, en aquel momento bajo la presidencia del Ministro de Asuntos Exteriores de Namibia, aprobase por unanimidad la Resolución 1325 sobre el papel de las mujeres en la construcción de la paz.
Esto fue considerado un triunfo por las organizaciones de las sociedad civil, que han convertido la Resolución 1325 en un documento de referencia para exigir a sus Gobiernos y a los actores de la comunidad internacional que se tengan en cuenta las necesidades de las mujeres en los conflictos armados y que se favorezca la participación de las mujeres en los procesos de paz. Y por último, que se garantice la protección de las mujeres y las niñas frente a la violencia por razón de género, particularmente la violación y otras formas de abusos sexuales que se producen en los conflictos armados. Este aspecto ha sido además complementado por la aprobación en junio de 2008 de la Resolución 1820 que condena toda forma de violencia sexual cometida contra los civiles, en particular contra las mujeres y niñas y los califica de “crímenes contra la humanidad”, con todas las implicaciones que esto tiene para el Derecho Internacional.
El papel de las mujeres en la construcción de la paz ha ido ganando espacio en la agenda de las Relaciones Internacionales y actualmente existe un amplio consenso sobre la importancia de introducir la dimensión de género en los procesos de construcción de paz. La cuestión es cómo pasar de las palabras a la acción. La Resolución 1325 establece un marco claro, definiendo las responsabilidades que deben asumir los distintos actores —Gobiernos, Secretario General de Naciones Unidas, organismos multilaterales y organizaciones de la sociedad civil—, pero es necesario que la responsabilidad que ello comporta sea plenamente asumida por cada uno de ellos.
En el ámbito de las Naciones Unidas se han producido algunos avances. En los informes del Secretario General y en los mandatos para las misiones de paz se ha conseguido que se aborden las cuestiones de género, la participación de las mujeres y el problema de las violaciones de mujeres y niñas; se han formulado planes de acción sensibles al género en asuntos de desarme, políticos y humanitarios; y las Naciones Unidas han hecho esfuerzos por coordinar y construir coherencia en su trabajo sobre mujeres, paz y seguridad. Sin embargo, es preciso seguir avanzando, dado que existe un solapamiento de mandatos entre las diferentes agencias de Naciones Unidas, que hacen que se pierdan recursos y se dupliquen actividades de forma innecesaria. También sería necesario avanzar en el establecimiento de mecanismos de rendición de cuentas, estableciendo objetivos de corto, medio y largo plazo para el cumplimiento de los compromisos adquiridos por los Gobiernos. Y una mayor incorporación, por parte de Naciones Unidas, de las mujeres en el rol de mediación y negociación que la institución facilita en algunas situaciones de conflicto. Hasta la fecha, la ausencia de mujeres en este papel ha sido especialmente llamativa.
Algunas agencias de Naciones Unidas, como el Fondo de Naciones Unidas para el Desarrollo de las Mujeres (UNIFEM), han aportado una serie de recomendaciones para facilitar la puesta en práctica de la Resolución 1325. UNIFEM ha planteado la necesidad de crear una base social de mujeres con una agenda que integre la perspectiva de género y su incorporación a las negociaciones de paz. Asimismo, ha propuesto el establecimiento de estructuras que faciliten las aportaciones de las mujeres y proporcionen un apoyo estratégico a lo largo de las negociaciones. Y por último, aboga por abordar las prioridades de las mujeres en los Acuerdos de Paz y asegurar su puesta en práctica. Por su parte, el Instituto Internacional para la Investigación y la Formación para el Progreso de la Mujer (International Research and Training Institute for the Advancement of Women, INSTRAW) cuenta también con un Programa de Género, Paz y Seguridad que da apoyo a las recomendaciones clave de la Resolución 1325 y trabaja para promoverlas con Estados miembros y entidades no estatales.
Algunos Gobiernos han elaborado un Plan Nacional para la puesta en práctica de la Resolución. El Gobierno español aprobó en noviembre de 2007 el Plan de Acción Mujeres y Construcción de la Paz de la Cooperación Española con el objetivo de “promover la igualdad de género e impulsar la participación y el empoderamiento de las mujeres en las acciones de construcción de la paz de la cooperación para el desarrollo”. Esto plantea la necesidad de impulsar la participación de las mujeres como agentes indispensables en los procesos de construcción de la paz y como protagonistas con voz propia, generadoras de desarrollo y de seguridad, tanto en los entornos de violencia como en la vida cotidiana, sin limitarse a identificarlas únicamente como víctimas o como grupo vulnerable.
Es necesario una mejor comprensión de las experiencias de las mujeres y de sus contribuciones a la paz para desarrollar estrategias de construcción de la paz sostenibles. El papel de las mujeres en la construcción de la paz va más allá de la lucha contra la guerra, e incorpora la deconstrucción de las formas estructurales de violencia que existen en la vida diaria. Los principales obstáculos que encuentran las mujeres en su trabajo por la paz se relacionan con la situación de pobreza y exclusión, la falta de oportunidades para tener acceso a la educación o a la salud. Para que la paz sea sostenible debería ser construida sobre la base de la justicia y del respeto de los derechos humanos, y debería incluir a las mujeres en el diálogo y en la toma de decisiones.
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Comentarios finales
Este libro quiere difundir la Resolución 1325 sobre el papel de las mujeres en la construcción de la paz. Hemos asumido el reto de abordar la Resolución 1325 desde las historias de vida de mujeres que han trabajado y trabajan por la paz. Sabemos que las semblanzas conectan directamente con la experiencia vital de las personas, y ello permite apropiarse, y comprender la relevancia que tiene esta Resolución para las mujeres y los hombres en todo el mundo. Hablamos de 1325 mujeres, porque queremos que este número sea asociado para siempre a la contribución de las mujeres en la construcción de la paz. Son 1325 mujeres que han conferido nuevos significados a nuestro tiempo y a nuestro espacio físico y mental. Mujeres que han buscado respuestas creativas a los problemas de violencia en el mundo, que han innovado en su formas de trabajar, que han contribuido a configurar nuevas visiones. Su brillantez y sabiduría, y su fortaleza y rebeldía ante la injusticia, despiertan admiración y nos dan esperanzas en el futuro.
Esta publicación quiere ofrecer una mirada en positivo, dar mayor relevancia y reconocer la labor diaria de muchas mujeres conocidas y anónimas en la construcción de la paz. Cada historia de vida nos ofrece muchos elementos para el análisis, para el aprendizaje, y para la esperanza. Sus trayectorias no nos dejan indiferentes, sino que por el contrario son un alegato por la vida, por la utopía, por crear un mundo pacífico, que movilice e impulse a la acción. Las mujeres presentadas en esta publicación, a pesar de las dificultades enormes que enfrentan, han permanecido y permanecen en su tarea, manteniendo su lucha, cosechando logros y generando esperanza.
“1325 mujeres tejiendo la paz” es un proyecto que ha sido capaz de ilusionar e involucrar a muchas mujeres y hombres. Queremos agradecer a todas las personas que han colaborado para que este libro fuera posible. En esta publicación, como no podía ser de otro modo, las mujeres son las protagonistas y, por esto, las semblanzas han sido realizadas por mujeres que han escrito sobre las historias de vida de otras mujeres. Queremos expresar nuestro agradecimiento muy especial a todas ellas, que con su entusiasmo y dedicación han ido dando forma a esta publicación, ofreciendo formas muy diversas de reflejar las historias de vida, vinculando a otras mujeres al proyecto, difundiendo y ampliando la red, identificando a nuevas mujeres, que han conformado un listado inmenso de nombres y de vidas. También hemos contado con importantes contribuciones masculinas, como las de Juan Gutiérrez, Jordi Armadans, Paco Muñoz, Manuel Dios, Isaías Barreñada, José Antonio Sanahuja, Vicent Martínez-Guzmán, entre otros, que han aportado sus conocimientos, experiencias y contactos. Asimismo, han sido muy relevantes las aportaciones de personas como Cristina Arribe, por sus traducciones y elaboración de textos, Ana Barrero, por su apoyo e ideas para la web, Blanca Rosillo, por facilitar las entrevistas, y otros tantos que por motivos de espacio no podemos mencionar. También queremos expresar nuestro agradecimiento a María Ocaña y Beatriz Castilla del equipo de diseño Unocomunicación, que ha sabido hacer suyo el proyecto y que ha posibilitado la incorporación de una gran riqueza de registros gráficos a las semblanzas, implicando a Bienal Latinoamericana de Diseño (BID), una red de relevantes diseñadores internacionales, que han participado de forma altruista en el proyecto.
Y por último queremos agradecer a Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex Director General de UNESCO, gran promotor de la cultura de paz, por su apoyo incondicional, sin el cual este proyecto no habría sido posible.
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