De amnesias y amnistías

Nos alcanzó el futuro: olvido y memoria de la violencia política en el Perú

Por Carmen Ilizarbe el 26. enero 2012 

Veinte–20–XX años de violencia política vivimos en el Perú al finalizar el siglo veinte–20–XX. Veinte años que nos cambiaron la vida en formas que aun ni terminamos de entender, como personas y como grupos, como individuos y como nación, como ciudadanos y como Estado.

Pero ¿por cuánto tiempo más y en qué formas se extenderá la posguerra en el Perú? ¿Cuál será el desenlace de la lucha persistente entre olvido y memoria en la que vivimos casi 12 años ya? ¿cómo afectan 20 años de violencia política nuestro presente y qué marcas imprimirá en nuestro futuro?

Qué preguntas tan jodidas de responder. ¿Quién puede saber del futuro si éste es incertidumbre, posibilidad e indeterminación? Y sin embargo, pienso que el futuro nos ha alcanzado porque nos obliga a proyectarnos hacia él atendiendo los reclamos del pasado. El futuro nos exige tomar decisiones en el presente sobre nuestras cuentas pendientes con un pasado que no termina de irse y retorna una y otra vez como una pesadilla recurrente.

En el Perú hemos tratado infructuosamente de varias formas de dejar atrás el pasado. Muchos, desde distintas orillas, han propuesto que debemos olvidar para poder transitar otros caminos. Muchos y muchas quizás quisieran, pero no pueden. Otros piensan que no se debe olvidar, y se organizar para recordar y promover la memoria histórica. Y así por 12 largos años nos debatimos entre el olvido y la memoria del tiempo del horror, de la inhumanidad, de la sobrevivencia.

Y pareciera que no avanzamos, que nos mordemos la cola, que cerramos los ojos. Y así se nos instala la injusticiala indiferencia y la falta de solidaridad, y hasta la falta de humanidad.

Hoy que MOVADEF vuelve a poner en el centro del debate público el tema de la violencia política con su reclamo de olvido e impunidad, nos asustamos y antes de reflexionar y debatir con argumentos nos lanzamos al terreno de la simplificación para tratar de resolver, como si fuera fácil, lo que hemos evadido hasta ahora.  Nos alcanzó el futuro con su reclamo urgentísimo.

Dice Nietzsche que es en base al olvido (una facultad activamente represora) que se construye la memoria. Olvidamos para poder imaginar un futuro distinto al pasado, para poder hacernos cargo del cambio, para poder volver a sonreír y ser felices, y para hacerle sitio a nuevas experiencias. Así, el olvido y la memoria son parte del mismo proceso en el que construimos identidad, sentido de unidad y de orientación. Con ambos hilvanamos una línea de continuidad entre lo que fuimos, somos y queremos –prometemos- ser. Nuestra identidad se asienta en el olvido y la memoria del pasado, y se define por una narrativa que rescata y sepulta ciertos hechos.

Es más fácil entenderlo cuando nos referimos a individuos. Recordar mi pasado, mi niñez, mi adolescencia, con sus alegrías y dolores, me hace ser quien soy hoy y quien seré mañana. Me hace pensarme como ser histórico, unidad que trasciende el tiempo. Y esta narrativa de mi misma es importantísima para mi vida hoy y mi mañana.
¿Y qué hay de la memoria y de la identidad colectiva? ¿Qué hay del “alma” de una nación, como diría Renan? Los colectivos, los grupos, no somos una unidad física o mental. Somos cuerpos imaginarios, metafóricos, abstracciones que nos permiten actuar conjuntamente, coordinadamente, como si de verdad compartiéramos historia, valores, gustos, ideas, lengua, cultura, religión. Las comunidades somos pues imaginadas, al decir de Benedict Anderson, y estamos siempre en proceso permanente de construcción y reconstrucción de nuestra identidad recurriendo al olvido y la memoria. La narrativa principal de nuestra identidad colectiva es la Historia, con hache mayúscula, entendida como discurso oficial que selecciona e interpreta hechos de nuestra vida en conjunto para así generar un sentido de identidad y unidad. El sentimiento de ser parte de una nación se asienta sobre este discurso en permanente construcción.

Pero como no somos unidad de cuerpo y alma sino muchos cuerpos y almas, no somos una narrativa sino varias, ni una memoria y un olvido sino varios,  y tampoco somos la misma experiencia sino distintas y cambiantes. No pensamos lo mismo, no hemos vivido lo mismo, no hay como recordar y olvidar lo mismo. Eso, además de la terca ceguera, es lo que nos está pasando en el Perú. Algunos vivimos la violencia política, otros, muchos, resulta que no. Y la vivimos de formas tan complejas y distintas, que no podemos olvidar y recordar conjuntamente los mismos hechos. Por eso, no hemos decidido tampoco qué quedará para la historia oficial y qué no.

Para no eternizarnos en el purgatorio de la posguerra, tenemos que asumir nuestras responsabilidades con el pasado y con el futuro, concretamente con los jóvenes que sin haberlo vivido, hoy lo heredan. Reclamamos que ignoran su propia historia, pero ¿de qué nos quejamos si hasta ahora no terminamos de reconocer y resolver lo que nos hicimos a nosotros mismos en el tiempo de la violencia? He ahí el dilema que enfrentamos en el presente respecto al futuro. Para dar la talla hoy, tenemos que proponernos seriamente, como nación, saldar las cuentas pendientes con nuestro pasado reciente, desde nuestras dolorosas y encontradas experiencias de la violencia política.

Memoria y MOVADEF

Martin Tanaka

Como a muchos, a mí también me ha dado mucho que pensar el pedido de inscripción del “Movimiento Por Amnistía y Derechos Fundamentales” (Movadef) en el registro de partidos políticos. Se ha comentado bastante sobre el desconocimiento de los jóvenes en general respecto a lo ocurrido durante lo que la Comisión de la Verdad  y Reconciliación llamó el “conflicto armado interno”, y se ha expresado preocupación en tanto ese desconocimiento podría dar margen para un resurgimiento del terrorismo. Se ha pedido que la escuela pública informe a los jóvenes, y que los partidos políticos hagan trabajo en las universidades.

Bien vistas las cosas, lo que el Movadef ha hecho es hacer evidentes los límites de las maneras en que como sociedad hemos enfrentado el tema de la memoria de lo ocurrido en esos años. En primer lugar, la desinformación es la expresión natural de una ciudadanía desinteresada en los asuntos políticos. Según la encuesta “Perfil del elector” del Jurado Nacional de Elecciones de 2010, un 67% de los peruanos declara tener poco o ningún interés en la política, y el porcentaje sube al 71% en Lima. Esto es consecuencia de una esfera pública empobrecida en los últimos veinte años, al amparo de discursos antipolíticos y de reducción de espacios de debate y deliberación, que los medios de comunicación masivos en general, lejos de contrarrestar, refuerzan.

También hay un problema de cómo recordar y procesar sucesos tan traumáticos. Una encuesta del Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Universidad Católica, de finales de 2006, mostró que, a pesar de que una gran mayoría teme que esos sucesos puedan repetirse, un tercio de los limeños piensa que “es mejor olvidar y no remover el pasado”, porcentaje que sube hasta un 58% en Huánuco y Junín, y a un 64% entre los ayacuchanos. De allí la importancia de que la memoria vaya acompañada de justicia, reparación, reformas institucionales, políticas de desarrollo.

Esto respecto a la actitud que tenemos como sociedad frente a lo ocurrido. Otro tema es lo que sucede en las universidades. En realidad, la existencia de militantes del Movadef no es resultado de la desinformación: por el contrario, es consecuencia de la manera en que funciona buena parte de la escuela y la educación superior pública, siguiendo patrones autoritarios, de mala calidad, excesiva ideologización y dogmatismo en torno a un “empobrecido marxismo de manual”, tal como fue señalado por la CVR.

Se suele presentar allí una narrativa derrotista y fatalista sobre el país, una imagen falsamente crítica que lo presenta como víctima inerme de siglos de injusticias y explotación sin esperanza de cambio. De allí a denunciar a la democracia y a sus instituciones como una farsa y a asumir que la redención solo vendrá con una revolución dirigida por una vanguardia que implicará un alto costo de sangre, no hay demasiada distancia. ¿Qué hemos hecho desde las universidades y desde las ciencias sociales para combatir estas visiones?

La República Domingo, 29 de enero de 2012



Verdad y teatralización

Jorge Bruce


“Gracias” al Movadef y el JNE, la violencia que causó tantas víctimas en nuestra patria está siendo intensamente recordada en los medios. Ese debe ser el bien que ese mal nos trajo. El olvido psicopatológico, tal como la amnesia, en donde no se sabe que se ha olvidado, es producto de la represión. Un bolero lo dice con admirable eufonía: “Se me olvidó que te olvidé, a mí que nada se me olvida”. Los jóvenes desinformados de los que tanto se ha hablado en estos días hacen eco al silencio o la distorsión de sus padres y maestros. Un manto de olvido se estaba tendiendo sobre la atrocidad de esos crímenes que cometieron Sendero Luminoso y, aunque nos duela reconocerlo, las Fuerzas Armadas.

Ese manto de desmemoria es el trabajo de la pulsión de muerte, que no se agota  en la destructividad desatada en esos años aciagos. Continúa, procurando que nos desvinculemos poco a poco de lo ocurrido, hasta que sea un vago recuerdo sin importancia. Como si nos hablaran de la guerra del Chaco, digamos.

Nos duele reconocer que las FFAA cometieron innumerables abusos porque nos defendían contra Sendero, el enemigo común. Después del informe de la CVR ya no fue posible ignorar que una combinación letal de racismo, ninguneo y odio permitió que se violaran los derechos de miles de compatriotas cuyo destino nos era, en el mejor de los casos, indiferente. En el peor escenario, ya lo he dicho en varias oportunidades, había tanto una voluntad de no saber como una de exterminio. Suena espantoso y hasta “teatral”, como diría el premier, pero solo así se explica que esto haya podido ocurrir durante tantos años, sin que la nación en su conjunto se inmutara por esa barbarie.

El premier ha afirmado que las víctimas han “teatralizado” sus testimonios, dejando mal paradas a las FFAA. El ex presidente García lo ha apoyado diciendo que “la memoria terminó disminuyendo las culpas de los verdaderos responsables”. PPK aseguró que la CVR fue “demasiado tolerante” con la ideología de Sendero Luminoso. Este coro no es coincidencia. Para quienes lo esencial es ver al Perú como un tren de última tecnología lanzado hacia la modernidad, esa guerra interna en la que se aniquiló a los peruanos más desprotegidos es una mancha inaceptable en el paisaje censurado y kitsch que quisieran presentar como fruto de sus exitosas gestiones comerciales.

Ese Photoshop del pasado sería ideal para atraer inversiones, si no trajera consecuencias dramáticas (con perdón del premier por insistir con las metáforas teatrales). De hecho, señor Valdés, el teatro cumple la función inversa a lo que usted entiende. Si hubiese acudido a ver La fiesta de cumpleaños, de Harold Pinter, dirigida por Chela de Ferrari en el teatro de la Plaza, o Criadero, de Mariana de Althaus en el CCPUCP, sabría que las puestas de calidad luchan contra el olvido pero, sobre todo, nos invitan a reflexionar y elaborar acerca de lo vivido.

Paul Ricoeur se preguntaba: ¿dónde pasa la línea de demarcación entre la amnistía y la amnesia? La respuesta “no se encuentra a nivel político sino al nivel más íntimo de cada ciudadano, en su fuero interno. Gracias al trabajo de memoria, completado por el de duelo, cada uno de nosotros tiene el deber de no olvidar sino de decir el pasado, por doloroso que sea, en un modo apaciguado, sin cólera”. Acuda al teatro, señor ministro. Y lea a Ricoeur antes de hablar en público sobre asuntos que nos atañen a todos, pero particularmente a las víctimas.

La República, Domingo, 29 de enero de 2012


Obscenidad y política

Salomón Lerner Febres


Dos formas extremas del mal se encarnaron en la vida política mundial durante el siglo XX. Una de ellas fue el nazismo; la otra, el comunismo y en particular el comunismo estalinista. Regímenes mutuamente adversos, postuladores de formas de conducción política enemigas y portadores de valores colectivos opuestos, ambos, sin embargo, compartían una misma esencia. Una de las voces que con más influencia destacaron esa semejanza de fondo fue la de la pensadora alemana y judía Hannah Arendt.

Cuando para muchos Hitler y Stalin, y los gobiernos que ambos erigieron, representaban una antítesis, Arendt los identificó como variantes de un mismo fenómeno: el del totalitarismo, pues ellos  habían puesto en práctica mecanismos de control férreo de sus poblaciones, abolieron libertades y suprimieron el derecho a la disensión en nombre de dogmas e ideas que consideraban  definitivos, negando así toda actitud en la que se afirmara el valor radical de lo humano.

Ese desprecio por la vida los llevó a ejecutar matanzas que por su volumen, su crueldad y su planificación difícilmente encuentran equivalentes en la historia contemporánea. Pero hubo  más que eso. Existió una suerte de identidad que se expresaba en un plano más profundo: el de la cultura y el lenguaje. El desprecio a la verdad y su correlato, el uso de la mentira, fueron elementos centrales de esa semejanza. También lo fue cierto desdén por la cultura y la sensibilidad humanística y artística como ingredientes de la vida social.

Es cierto, como muchas veces se ha destacado a manera de paradoja, que algunos crueles jerarcas del nazismo eran hombres capaces de solazarse en la mejor tradición de la música culta europea. Pero eso no anuló su preferencia por la grosería, por lo soez y por las simplezas más rudas y deformantes en su relación con el público como ambiente apropiado para la política. De ahí ese lenguaje antihumano y vulgar que se complacía en el insulto, y que se utilizaba como una forma simbólica de eliminación física del disidente o del simple crítico. Se trató, así, más que de regímenes políticos, de una forma de ser, de una tendencia amoral que buscaba contaminar, muchas veces con éxito, al resto del cuerpo social, pervirtiendo sus valores e impregnándolo de una suerte de afición a la suciedad espiritual y consiguientemente de un rechazo visceral a la decencia.

Ahora bien, esa semejanza profunda entre dos tendencias en apariencia opuestas se ha repetido otras veces, a distinta escala, en otras geografías y tiempos. Por desgracia, algo así pareciera que estamos experimentando en estos años en el Perú. Formas de un mismo culto a la muerte, a la mentira y a la vulgaridad como forma de vida entre peruanos parecen oponerse, pero en verdad se refuerzan mutuamente y se encuentran en una zona de coincidencia amoral. Existe todavía un lenguaje senderista, una  repudiable y fanática forma de ver el mundo y de despreciar y atropellar la vida humana; lamentablemente,  asimismo existe la voz de aquellos que, simulando defender valores democráticos, preconizan también  culto a la violencia así como una actitud intolerante  frente a la verdad y  a los reclamos de moralidad para nuestra vida política.

No se debe malentender ni tergiversar el sentido de esta comparación.  Nos estamos refiriendo, en sentido estricto, a una tendencia cultural por la que, curiosamente, se establece una cierta comunidad espiritual entre cierta prensa y políticos dedicados a la práctica sistemática de la mentira y el insulto, y de otro lado, los remanentes del senderismo a los que hoy hemos visto regresar impúdicamente al discurso público bajo la forma del Movadef. En ambos casos, pareciera existir acuerdo en que los crímenes cometidos no son atroces y bien podrían merecer amnistías o indultos.

Esa secreta afinidad se expresa en la burla de las víctimas y los denuestos  y calumnias dirigidas  a quienes reclaman el cumplimiento de la ley y el reconocimiento de la verdad; en el  gozo en ensuciar el diálogo público con vulgaridades y epítetos racistas;  en trivializar lo sucedido en el Perú  al hablar de excesos o de errores para referirse a los crímenes contra la humanidad cometidos; en  insinuar  que el dar la palabra a las víctimas fue apenas un gesto teatral que debió ser evitado. Esa identidad tácita y obscena no puede ni debe ser ignorada; debemos defendernos con la verdad ante los intentos reiterados de envilecernos.

La República, Domingo, 29 de enero de 2012



Teatralización o drama político

J. Diez Canseco

Días atrás, el Primer Ministro Oscar Valdés declaró que en el Informe Final de la CVR hay mucha “teatralización” en los testimonios de víctimas y  familiares, se ha “sobredimensionado” víctimas, y da a entender que el Informe busca  perjudicar la imagen de las FFAA. Sus declaraciones no son un trueno en cielo sereno. Se dan en el marco de una ofensiva de la derecha extrema y el fujimorismo contra el Informe de la CVR buscando relacionar el Informe con la aparición del Movadef, obvia fachada del senderismo, con el absurdo argumento de que referirse al “Partido Comunista Peruano por el sendero luminoso de JC Mariátegui” es quitarle el carácter terrorista a su accionar y acervo doctrinario. ¿Acaso ello ha ocurrido en Alemania cuando se habla del Partido Nazi pero a su vez se proscribe  a toda fuerza vinculada al nazismo?

La CVR realizó una investigación nacional cuyos relatos y datos han sido confirmados con trabajos posteriores. En recientes declaraciones a El País, el propio presidente Humala dio cuenta de la existencia del “Manual de Contrainsurgencia ME 41-7”, manual operativo que ordenaba a los militares la liquidación física de los líderes y colaboradores de los movimientos terroristas, aun cuando no estuvieran armados.

Valdés contradice frontalmente los enunciados del Nacionalismo en su programa de gobierno “Llapanchik–Perú de Todos Nosotros 2006-2011”. Allí, el PNP no solo respaldó al Informe Final de la CVR, sino reclamó tomar en cuenta las reformas institucionales recomendadas por ésta y la perentoria necesidad de “una investigación exhaustiva, la judicialización de los casos de violación de derechos humanos y la sanción ejemplar de los responsables civiles, policiales y militares en estricta correspondencia de las responsabilidades establecidas”. Esto se reiteró en el plan de gobierno de GP 2011-2016. Así, lo que Valdés califica de teatralizado, sobredimensionado y anti-FFAA, enfrenta el programa de GP.

Valdés enfrenta también la noción misma de reconciliación propuesta por la CVR: un proceso de refundación de los vínculos entre los peruanos, destruidos por el estallido del terror. La reconciliación se construye, no desde la impunidad -como pretenden SL y el fujimorismo cuyo “pragmatismo” encandila a Valdés- sino estableciendo la verdad, así como sus causas y consecuencias, la justicia y la reparación de los daños y secuelas. Por eso el Estado debe respetar  los DDHH, y ser garante de la seguridad ciudadana en una cultura de paz. Y es inaceptable la inscripción del Movadef -portavoz del “pensamiento guía Gonzalo”- así como la libertad de Alberto Fujimori, condenado por delitos de lesa humanidad.

Además Valdés admite que fue él quien redactó la carta de felicitación a los integrantes del “grupo Colina”, en coordinación con el condenado Vladimiro Montesinos (entrevista de Milagros Leiva, El Comercio). El gobierno debe definir su posición ante estas concepciones de Valdés, quien además ha asumido posiciones contradictorias con propuestas y acciones gubernamentales centrales. Ha declarado que la “Gran Transformación no es viable” en este quinquenio, abandona los compromisos electorales asumidos por el cambio. Ha minimizado el Acuerdo Marco firmado con Venezuela y la visita de una importante delegación de PDVSA para fortalecer Petro Perú, pues ha declarado que no está en la agenda prioritaria. Para colmo, declara su admiración por el pragmatismo fujimorista, mientras encara la situación de Cajamarca con mecanismos que cierran las puertas al diálogo con las organizaciones sociales afectadas,  impone un peritaje sin transparencia ni  aceptación social de tres peritos casi clandestinos, abriendo las posibilidades de una delicada confrontación que algunos alientan para quebrar relaciones del movimiento social y el gobierno.

Valdés, sin identificación con la población y los sectores más excluidos de nuestra sociedad, puede ser un detonante en un país con centenares de conflictos activos o larvados. Se necesita personas abiertas al diálogo y conciliación, no personajes que causen más división.

La República, Domingo, 29 de enero de 2012


La Primera

Movadef: el neosenderismo que algunos quieren negar

Claudia Cisneros

En voz alta

Esta no es una noticia. Estamos viendo la historia ante nuestros ojos dar una vuelta de tuerca. Este no es un tema que estará en los periódicos y que luego va a desaparecer. Es un giro nada esperado, menos deseado, aunque previsible si reconocemos el descuido y desatención.

El neosenderismo está acá para quedarse. Su aparición en la escena pública no es un: “ah, no me quieren en su sociedad, bueno no importa, hasta luego.” El neosenderismo está acá para quedarse, y el que algunos pretendan ignorarlo, menospreciarlo o negarlo, no va hacer que desaparezca.

El miedo explica muchas de las reacciones “negacionistas”. Y es absolutamente lícito sentir miedo. Pero no nos equivoquemos otra vez. Ya lo hicimos por ignorancia. No dejemos ahora que el miedo paralice y nuble la estrategia. Porque lo que se viene es serio. Lo que se viene es, por lo menos, una batalla ideológica.

Pretender que no existen, que son “pocos” o que son unos mocosos imberbes e ignorantes, es lo peor que podemos hacer. Sí, jode que puedan hablar de muertes con tanta facilidad e indolencia. Duele que no les duela. Pero mandándolos castigados a su cuarto no los vamos a detener. Jamás un joven que piensa, que se preocupa por la sociedad y su destino, y que es idealista, será convencido de lo contrario con desprecio y una palmadita en la cabeza: “Ya hijito, anda lee historia, aprende a limpiarte las cuatro letras.”

Ese es un error garrafal del que nos podemos arrepentir. Estos muchachos quieren, exigen un cambio, eso está bien. Todos queremos algo mejor para el país, para los nuestros, para nosotros mismos. Estos jóvenes, a diferencia de una minoría privilegiada en el Perú, que básicamente vela en exclusiva por su propio bienestar, y a diferencia de otros que se sienten oprimidos e impotentes pero que se resignan, estos neosenderistas, sí están dispuestos a todo.

Y es precisamente eso lo que tenemos que combatir, no su existencia humana y ciudadana. Son peruanos por ley, tienen razones para luchar por otro modelo, de verdad inclusivo. En lo que no tienen ni tendrán JAMAS razón, es en los métodos violentos y sangrientos para lograrlo. Y ESO es lo que deberíamos haber estado combatiendo hace tiempo, cuando comenzaron a reorganizarse políticamente, y antes.

Tengo informaciones de que neosenderistas limeños han viajado al interior.Ayacucho, quizás Cusco, y que la organización, ahora que se ha hecho más pública, está creciendo. No sorprendería que émulos del Che se alistaran en estas nuevas-viejas filas. El Presidente ha dicho en Madrid que el servicio de Inteligencia está trabajando los temas de seguridad, pero no se ha sentido específico o contundente. Ese es un frente, el de inteligencia, que debe estar ya, sino hace rato, recabando las evidencias de nexos indubitables entre la vieja guardia sanguinaria y los neo-representantes. Seguimientos, infiltrados, identificaciones, localizaciones, cuadros, especialidades, jurisdicciones, fuentes económicas, lazos políticos, etc. Sin atropellarlos, sin violentarlos, sin doblar las leyes para aquietarlos. Son las mismas herramientas democráticas las que tenemos que usar para combatirlos.

El otro frente es el del debate. Abramos foros, discutamos, recordemos, transmitamos y difundamos memoria para generar empatía, para demostrarles que pelear por lo que se quiere está muy bien. Pero matar en nombre de esas ideas o ideales, eso no es ni será aceptable. Ni de ellos hacia la sociedad que quieren cambiar, ni de la sociedad que no los quiere así.

La violencia y el asesinato por parte del Estado o sus instituciones, es tan injustificable como la de los senderistas. El Estado no puede defender la paz social y la democracia haciendo guerra sucia, cometiendo ilegalidades o transgrediendo derechos fundamentales. El Estado tiene el compromiso de hacer democracia, ejercer Estado de Derecho, demostrando la suficiencia de la legalidad, de las leyes, de la moral y del sistema, por imperfecto que este sea.

Es lo mejor que tenemos para regirnos. Los neosenderistas tienen que saber que no los rechazamos por querer un cambio, sino por los métodos que aceptan para lograrlo: matar. La mesa ya está puesta. Los invitados vienen llegando, y por más que pongamos la escoba detrás de la puerta, ellos no se van a ir. Han vuelto, y están acá para quedarse. Es hora de actuar. Pero sobre todo, es hora de interactuar.









por CECILIA MÉNDEZ el 05. FEB, 2012 

Desde su nombre,  el  Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales, MOVADEF, desafía el entendimiento. Que el PCP- Sendero Luminoso, una agrupación que no sólo nunca creyó en los derechos humanos sino que los repudió como un invento del “imperialismo” y la “burguesía reaccionaria” – y es responsable de más de 31,000 muertos– se reinvente ahora en nombre de los “derechos fundamentales” es de un cinismo aberrante. No porque creamos que no deban tener derechos, sino porque los reivindican oportunistamente. Sendero Luminoso, premunido hoy de una nueva identidad, el Movadef, aspira hoy a entrar en el juego democrático sin un atisbo de arrepentimiento por el baño de sangre que ocasionaron, aduciendo que lo que pasó en los ochenta y parte de los noventa fue una guerra, y que “en toda guerra hay muertos”.
Su principal objetivo es la liberación de sus militantes a través de una “amnistía general de civiles, policías y militares de la guerra interna” (http://www.afadevig.org/) objetivo que de imponerse  echaría por la borda una de las pocas cosas de las que nuestra precaria democracia puede enorgullecerse: juicios reconocidos como internacionalmente ejemplares y por los que hoy purgan condena un ex-presidente por delitos de lesa humanidad; su asesor y jefe de la mafia  de corrupción más grande de la historia republicana; y el cabecilla del movimiento terrorista insurgente más letal de América. El Movadef propone abrir las cárceles y hacer “borrón y cuenta nueva. Se trata pues de un proyecto repulsivo que merece una condena enérgica.

En las últimas semanas una serie de sectores de  la opinión publica limeña: partidos, autoridades, juristas,  organizaciones de derechos humanos y medios  se pronunciaron abrumadoramente para que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) rechace la solicitud de inscripción del Movadef como partido político.  El JNE la rechazó dos veces y el proceso estaba siguiendo su curso de apelaciones cuando sorpresivamente el Movadef desistió de la apelación argumentando “persecución política” (http://lamula.pe/2012/02/01/movadef-renuncio-a-ser-partido-politico/jackhurtado) . Este lenguaje no tiene sustento, y las razones de su abandono del caso se van a continuar debatiendo. Pero lo que sí hubo fue un cargamontón mediático para presionar al JNE a que tome una decisión. Y este cargamontón motiva las siguientes reflexiones.

Quisiera aclarar, ante todo, que es importante diferenciar la condena ética al Movadef del  rechazo su inscripción como partido. La condena ética puede hacerla (o no hacerla) cada quien, y nuestra posición personal es obviamente, y ha sido, de un rechazo contundente a dicho proyecto (http://lamula.pe/2012/01/20/cecilia-mendez-sobre-movadef-meterlos-en-el-sistema-legal-es-una-manera-de-derrotarlos/claudiapollo).  Pero la inscripción es un asunto legal, que le compete decidir al JNE de acuerdo a las leyes vigentes. Sin embargo, si de algo no se habló en la campaña mediática fue de las leyes.  Veamos un poco lo acontecido en el terreno legal.
El 28 de Noviembre del 2011 el JNE emite su primer rechazo a la inscripción del Movadef como partido político, por considerar su ideología un “defecto insubsanable”, además de inconstitucional, ya que  “la adopción del Pensamiento Gonzalo implica necesariamente una acción violenta y no solo una línea ideológica”.http://www.scribd.com/doc/78182824/Jurado-Nacional-de-Elecciones-Resolucion-sobre-MOVADEF Pero observando detenidamente la cita, y haciendo un esfuerzo por hacer abstracción de a quién se refiere, nótese la incongruencia conceptual: “que el pensamiento (…) implica  necesariamente una “acción violenta”. ¿Pensamiento = acción?  No tardó el Movadef en retrucar, citando el artículo  2 de la Constitución que  “prohíbe la persecución por ideas o creencias y garantiza la libertad de expresión y pensamiento”http://www.afadevig.org/comunicados-y-notas-de-prensa/48-ano-2012/309-resolucion-del-jurado-nacional-de-elecciones-del-5-de-enero-del-2012.html
Todo indica que el JNE  reconoció los problemas con dicho argumento, y procedió a anular la citada resolución instando al Registro Único de Partidos (ROP, parte del JNE) a que emita un pronunciamiento “integral” que incluya todos los considerandos de la ley “sobre la solicitud de inscripción de un partido” (http://portal.jne.gob.pe/prensaypublicaciones/archivonoticias/Paginas/JNEDISPONEQUEROPEMITANUEVOPRONUNCIAMIENTOSOBRECASOMOVADEF.aspx). Este se produjo el 20 de Enero, en que el JNE vuelve a rechazar la inscripción del Movadef, pero enfatizando esta vez razones técnicas, tales como no cumplir con el número de comités provinciales, duplicación de militancia partidaria y falsas direcciones de los comités (pocos días después el Movadef desiste de apelar a esta sentencia).http://portal.jne.gob.pe/prensaypublicaciones/archivonoticias/Paginas/ROPRECHAZAINSCRIPCIONDEMOVADEF.aspx).

Pero el argumento de fondo, el  más sonado en los medios para justificar el rechazo a la inscripción del Movadef, fue su carácter antidemocrático. Se ha dicho que es un “suicido de la democracia” o un “exceso de la democracia” permitir que se inscriba.  Pero podría argumentarse también que no es muy democrático exigirle al JNE que resuelva de una determinada manera, porque se trata de un poder del Estado que debe sujetarse a las leyes existentes,  no a las que quisiéramos tener. Y lo que revelan la lectura de las resoluciones del JNE es que las leyes vigentes no le han dado herramientas suficientes para sustentar el rechazo de la inscripción por la vía ideológica.  El único texto al que pudo asirse el Registro Único de Partidos para argumentar que el “Pensamiento Gonzalo” es una ideología terrorista –y esto es importante que lo sepan quienes andan distorsionando a su conveniencia el informe de la CVR–  ¡fue precisamente el Informe de la CVR!,  http://www.scribd.com/doc/78182824/Jurado-Nacional-de-Elecciones-Resolucion-sobre-MOVADEF, http://www.cverdad.org.pe/ifinal/index.php.

Otro argumento legal que se esgrimió en los medios fue el artículo 14 de la Ley de Partidos Políticos, de acuerdo a la cual si un partido ejerce o predica la violencia, el terrorismo,  y el narcotráfico  será declarado ilegal. Pero lo que no se decía es que esta cláusula se refería a los partidos ya inscritos. Lógicamente, para que un partido pueda ser declarado ilegal ¡primero tiene que existir legalmente!(http://www.limanorte.com/docs/28094_Ley_de_Partidos_Politicos.pdf). Esto, por supuesto, fue usado en su Defensa por los abogados del Movadef.

Se le increpó asimismo al Movadef (en la resolución posteriormente anulada del JNE del 28 de Noviembre) no cumplir con el acápite 2 de Ley de Partidos, que  exige que estos tenga como uno de sus objetivos la defensa de los “derechos humanos (…)  el sistema democrático y los tratados internacionales a los que se adhiere el Estado”. (http://www.limanorte.com/docs/28094_Ley_de_Partidos_Politicos.pdf)   Pero, si ese es el caso, , con la misma lógica que hoy se rechaza al Movadef no se debió permitir la inscripción de Fuerza 2011, el partido de Keiko Fujimori, que ha avalado un golpe de estado y escuadrones de la muerte,  que busca liberar a un preso condenado por violación de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, y que al igual que Movadef no se ha arrepentido de sus crímenes, y los llama más bien “excesos”.  La diferencia es que el fujimorismo al buscar inscribirse escondió sus verdaderos fines, pero el Movadef no. ¿Es, entonces, más fácil entrar en el sistema democrático si se miente? Por eso, creo que el JNE actuó coherentemente al anular su propio dictamen inicial, basado en argumentos ideológicos, y optó por dar batalla por el lado de las formalidades técnicas.

Y digo que es coherente porque la verdad, y debemos asumirla, es que la Ley de Partidos establece exigencias de fondo que ningún partido cumple. Si se aplicara, muchos no podrán inscribirse, y otros tendrían que ser declarados ilegales. Entonces, o se sincera la ley, o se sincera la sociedad.  Pero no sólo la ley no se cumple, ¡sino que pareciera que se aplica al revés! Pues nadie que observa, desde fuera,  cómo operan los partidos en el Perú, podría imaginar que la ley les exige velar por la “vigencia de los derechos humanos” y los “tratados internacionales”, ya que si esta causa existe en el país no es gracias sino a pesar de los partidos.  Recuérdese como éstos rechazaron acremente el Informe de la CVR cuando se publicó en el 2003, pese a tener un carácter oficial, y pese a ser el documento más importante de nuestra historia desde el punto de vista de los derechos humanos, además del documento más completo sobre nuestro pasado recientehttp://www.cverdad.org.pe/ifinal/index.php. Hoy la campaña por censurar su lectura y distorsionar sus contendido continúa por parte de quienes dicen defender la democracia,  con acusaciones absurdas de que éste es indulgente con el terrorismo (http://diariocorreo.pe/columna/64736/cvr-en-el-colegio-no.

El problema principal con la campaña para la no inscripción del Movadef, creo yo, es que se planteó como una dicotomía entre “la democracia” versus  el Movadef; “todos” contra el Movadef, dando así, sin proponérselo, en la yema del gusto al “pensamiento Gonzalo”, que siempre buscó polarizar la sociedad para victimizarse y conseguir adeptos: o ellos o nosotros. ¿Pero realmente puede decirse que se trató de “la democracia” contra el Movadef, cuando entre quienes se sumaron al coro del “no a la inscripción” hubo sectores con trayectorias profundamente antidemocráticas? ¿A caso el Movadef es el único partido en promover el olvido, la amnistía y la impunidad?  ¿No fue nuestro propio ex-presidente, líder del partido más longevo, el primero en oponerse a la construcción de un Museo de la Memoria? ¿Acaso no promovió una ley de amnistía para los miembros de las fuerzas armadas? ¿Acaso no inició su segundo gobierno haciendo un llamado  a la restitución de la pena de muerte y se despachó a su gusto con frases racistas y denigratorias contra los ciudadanos, a quienes concebía en una escala de “primera” y “segunda clase”? (http://www.youtube.com/watch?v=nQzFEJ14L7M), http://reflexionesperuanas.lamula.pe/2011/07/25/rp-366-garcia-y-los-peruanos-cinco-anos-despues/reflexionesperuanas ¿Tan pobre es nuestro concepto de democracia que basta decir “no a la inscripción del Movadef” para pasar por demócrata y sentirse autorizado a hablar en nombre de ella?

Por todo ello, creo que lo que estuvo detrás de la campaña del “no a la inscripción” no fue un debate, ni legal ni moral. Fue un gran miedo. Y el miedo enceguece, simplifica, y niega. Hace tan solo dos semanas un diario decía en primera plana “Movadef, Partido Fantasma”,  “seguidores del terror sólo o existe en el papel”:http://www.larepublica.pe/impresa/larepublica-lima-21-01-2012 . Flaco favor a los estudiantes de las universidades públicas, como San Marcos, a aquellos que realmente quieren estudiar, pero ven como cada día el Movadef gana terreno en sus claustros, con la complicidad  o aquiescencia de profesores y autoridades de la propia institución.

Negar,  banalizar, fue el mismo error que pagó tan caro el presidente Belaúnde cuando a inicios de la década del ochenta Sendero lanzó sus primeros ataques terroristas; Belaúnde dijo entonces que debía tratarse de  “infiltración comunista extranjera”. Y lo que vino después lo sabemos. Un buen antídoto para quienes se empeñan en imaginar a Sendero como un engendro de otro planeta es el libro reciente de la historiadora canadiense Jaymie Patricia Heilman, Before The Shining Path (Stanford University Press, 2010), donde concluye que muchos de los rasgos que se asocian con Sendero­ – autoritarismo, desprecio por los campesinos, racismo mesianismo,  autoritarismo, sevicia, gamonalismo –  eran prácticas habituales de otros partidos que operaban en Ayacucho antes de Sendero y anidaban en el seno de la sociedad y la política en las décadas previas.

Quiero decir con todo ello que ya basta de apuntar con el dedo al otro lado. Es tiempo de hacer un examen interno como país y éste pasa por reconocer que ya no estamos en guerra. Más allá de las palabras con las que se ha pronunciado el Movadef, observemos sus hechos. Ellos pueden gritar “Pensamiento Gonzalo” todo lo que quieran, pero este es un tema que ni definen, ni mencionan siquiera en su “declaración fundadora” de Mayo del 2010 (http://www.scribd.com/doc/35825462/CONVENCION-NACIONAL) ; lo que está claro es que reclaman un papel en el teatro de la democracia con un libreto que ya hemos visto en otros políticos: apelar al lenguaje de los derechos sólo cuando les conviene. Basta traer a colación las imágenes de una Martha Chávez defendiendo la Constitución, como ejemplo. Hoy los jóvenes seguidores de Abimael no se cubren el rostro ni se esconden en los cerros como hace tres décadas; corean abiertamente sus lemas (http://lamula.pe/2012/01/24/los-jovenes-del-movadef-y-la-ideologia-del-peligro/lamula). No dinamitan las ánforas electorales como lo hicieron en 1980; más bien buscan firmas para la inscripción de su partido, pero el miedo nos hace ver bombas allí donde hay planillones, lo cual nos lleva, a su vez, a negarles con vehemencia ese derecho. Hoy Artemio en el Huallaga admite que fue derrotado, que la vía armada “ya fue” http://idl-reporteros.pe/2011/12/06/entrevista-a-artemio-en-el-huallaga/. Estos  hechos ¿no son en sí una muestra que la democracia electoral ha terminado imponiéndose? ¿Y es acaso el Perú el único país donde algo así ha ocurrido? ¿Es preferible entonces arrinconarlos a la clandestinidad y que se encarguen de ellos la policía y el servicio de inteligencia?  ¿No es mejor dar la pelea dentro del sistema, con las leyes?  ¿O, por tratar de evitarla, se van a dar razones para una segunda guerra?

Hoy el Movadef ha renunciado a su intento de convertirse en partido, pero no nos extrañe que vuelva a intentarlo nuevamente Si eso sucede y se le declara ilegal, un grupo con tal prontuario ¿se va amilanar por eso?  Piénsese en la historia del APRA, tantas veces proscrita, para luego volver con batería recargada a gobernarnos dos veces. Condenar no basta.  Proscribir no resuelve. Censurar no elimina el problema. Las ideas equivocadas se combaten con argumentos. Pero para argumentar hay que educarse, y eso es lo que no queremos hacer. Al final, una democracia holgazana que se dedica a proscribir a quienes revelan sus propósitos y abre la puerta los que mienten está condenada a quedarse en pañales para siempre.  Solía decir Carlos Iván Degregori que una de las razones por las que los jóvenes se sentían atraídos por SL cuando esté surgió en Ayacucho era porque se trataba del única agrupación política que hacía lo que decía, en un país donde nadie lo hacía.
El verdadero suicidio de la democracia es, entones, no hacer los cambios necesarios para canalizar las demandas sociales embalsadas por décadas; seguir ganando elecciones para gobernar con el programa de los que las pierden; sucumbir a la inercia. El gobierno tiene una enorme responsabilidad en ello, pero cada ciudadano y ciudadana debe comprometerse.  Y si el miedo es un obstáculo, sólo el conocimiento puede vencerlo. “Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” es un lema que siempre debemos tener presente. La primera tarea, entonces,  es ejercer la memoria, y creemos en este sentido muy positiva la propuesta de la ministra Patricia Salas de difundir el Informe de la CVR en los colegios.
Para terminar, y ya que parece tan difícil salir de la guerra, vale saber al menos quién es el enemigo. Yo creo honestamente, como Thich Nhat Hanh – aunque me ha tomado mucho tiempo entenderlo – que “un ser humano nunca  es nuestro enemigo”.  Un grupo humano no es nuestro enemigo. El enemigo es un atributo humano: es el odio, el miedo, la mezquindad, la mentira, el olvido. Llámenme idealista. Llámenme como que les parezca. Yo estoy convencida de que sólo identificando correctamente al enemigo podremos librar la batalla correcta.



Jóvenes de Patria Roja sobre el Movadef y Sendero


Uno de los mayores logros políticos del movimiento Patria Roja (PC del Perú) es haber obtenido, a través del frente denominado “MAS”, la presidencia del Gobierno regional de Cajamarca, ahora protagonista del conflicto Conga, el mayor dolor de cabeza de la gestión de Ollanta Humala.
¿Pero qué opinan las jóvenes de PR sobre la fallida pretensión del Movadef de inscribirse políticamente? A continuación una entrevista a dos de sus dirigentes y representantes juveniles, Segundo Mendoza y Jheyson Huamán.
Segundo, ¿están de acuerdo con la inscripción del Movadef?
Sí. Por la sencilla razón de que a las ideas se las combate con ideas, por más descabelladas que éstas sean. Es que a las ideas no se las destruye a través de las leyes, sino demostrando con argumentos su incoherencia o falsedad. Por lo que, no permitir que el Movadef se inscriba fue darles el más grande regalo que ellos esperaban. Ellos sabían perfectamente que no les iban a permitir la inscripción y eso los pondría como víctimas, y como tal van a seguir captando  jóvenes incautos que siempre se identifican con una idea distinta basada en el resentimiento social.
¿Cómo lograron tener más de 300 mil firmas?
Hay muchos factores. Hay firmas que se pueden obtener engañando como que es para otra cosa, para otras organizaciones. Sabemos que regalaban galletas, cuadernos, polos, igual que la derecha para lograr sus fines. Pero sí hay muchas firmas legítimas, por si acaso.
Jheyson, ¿fue un error político del Movadef reivindicar el pensamiento Gonzalo?
Ellos no tenían el objetivo de inscribirse sino de “higienizarse”. Hay que entender que al interior de Sendero hay pugnas entre grupos divididos, y ellos tienen el principio de la “jefatura”, lo que quiere decir que la jefatura es la que decide la dirección del partido y que el partido solo caminará bien bajo la jefatura, y como su jefatura, Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre están presos, buscan liberarlos victimizándose y denunciando ante organismos internacionales que están siendo perseguidos políticamente y que no se les deja participar de la vida democrática.
Y eso es porque no existe una postura o un análisis serio, tanto de la izquierda como de la derecha, de lo que pasó en el conflicto interno. Por eso Sendero se coge de ese vacío para generar un debate que los pone a ellos en el centro de todo. Sendero está que gana mucho con esto, y no tanto mediáticamente, sino en el aspecto de unificar a las fuerzas que aún tiene. Ahora Sendero se está reuniendo y fortaleciendo ya que ha logrado unir sus fuerzas dispersas.
Respecto del pensamiento Gonzalo, ¿cuál es la postura de Patria Roja?
El pensamiento Gonzalo es una desvirtuación del marxismo. Lo que hizo fue adoptar categorías supuestamente maoístas a otros niveles. Sendero establece que la violencia es un principio filosófico para llegar a la toma del poder.
¿Y ustedes creen en la lucha armada en la actualidad?
Nosotros creemos que las formas de lucha nacen del nivel de desarrollo de una sociedad y no de la cabeza de los dirigentes.
¿Pero creen en ella o no?
A estas alturas, no.
Segundo, sobre la lucha armada…
Mira, las luchas por el poder son de distintas características. En la actualidad eso es imposible porque las condiciones no están dadas para eso. Pero, ¿qué pasaría si te prohíben todo tipo de derechos democráticos y se instaura una dictadura totalitaria donde se ilegaliza a todos los partidos de izquierda, donde te prohíben sindicalizarte? Y es que si te han cerrado todas las vías sociales y democráticas para que te expreses, hasta las Constituciones más avanzadas del mundo sostienen que es un derecho levantarse en armas contra los tiranos.
¿Y ahora se dan esas condiciones?
No.
¿Y qué es el pensamiento Gonzalo para ti?
Para mí es un adefesio. Son las tesis fantásticas de quien enarboló la lucha armada pero que nunca en su vida aprendió a manejar una pistola. Eso creo, pero también que el peor error de nuestra derecha es tener igualmente adefesios ideológicos, dando pie a todo esto. Los argumentos de la derecha son una bestialidad en una sociedad sin debate, y eso le da pie a otros disparates como Movadef.
Pero ustedes tienen una parafernalia evocadora de Sendero, el llamarse “camaradas”, las banderas rojas, la hoz y el martillo, etc. ¿Qué los diferencia mediáticamente de lo que fue Sendero?
El movimiento comunista a nivel internacional surge con una serie de símbolos importantes que explican la tradición riquísima del desarrollo de una cultura que se ha tenido que acoger. Por ejemplo el color rojo es el esfuerzo del obrero, del campesino que ha dado su vida por el desarrollo de su sociedad. La hoz y el martillo vienen de la influencia de obreros y campesinos rusos. ¿Qué de terrorismo tiene eso?
Pero sabemos que en nuestra realidad eso tiene otro significado
Sobre esto en Europa se rascaría la barriga de risa. Aquí en Latinoamérica, los medios de comunicación y la derecha bruta como siempre lo que hacen es adjetivar en lugar de debatir, y permitir, precisamente, que mamotretos ideológicos como el pensamiento Gonzalo calen en la cabeza de la gente un poco inculta.
Son nuestros símbolos, y no vamos a renunciar a ellos porque una organización terrorista también los tomó. Eso sería como pedirle al Perú que renuncie a su bandera y a la imagen de Túpac Amaru porque el MRTA también los tomó como símbolos. Para nosotros Sendero no fue comunista, simplemente fue una horda, la herramienta perfecta y el hijo predilecto que la derecha necesitaba hacer lo que Fujimori hizo.
Jheyson, ¿entonces cómo combatir a Sendero?
Nosotros los estamos combatiendo desde la década en que surgen. Es más, Sendero es desplazado de la universidad de Huamanga precisamente por Patria Roja, además de la pugna que hay en la San Marcos. Sendero nunca ha desaparecido de las universidades y quienes les han hecho frente son precisamente los grupos de izquierda que eligieron la vida democrática, entre ellos Patria Roja. A través de la amnistía, Sendero busca la reconciliación entre asesinos y no entre las víctimas y sus victimarios.
Nosotros hemos logrados victorias ideológicas sobre Sendero, a tal punto que en sus manifiestos como Movadef, aceptan propuestas nuestras, como nueva Carta constituyente, nueva República, etc., son propuestas que han copiado de nuestro Séptimo Congreso. Ellos están siendo derrotados por nosotros en el campo de las ideas. Nosotros les estamos dando golpes más certeros que la misma derecha.
¿Por qué tantos jóvenes en Movadef?
Sendero tiene academias con la teoría del currículo oculto, no se dice en los papeles pero se enseña en la realidad y de manera indirecta. Enseñan su punto de vista de lo que pasó en la guerra interna. Los jóvenes van por centenares a las academias preuniversitarias y ahí los captan, y como van en masa, como desconocen lo que pasó y desconocen la postura de otros grupos de izquierda, y además que la derecha misma no promueve el debate, Sendero tiene la cancha libre para captar nuevos jóvenes, generando una peligrosa corriente de pensamiento en Lima, en el centro y sur del país.
Segundo, ¿ustedes conversarían o conciliarían posiciones con el Movadef con vistas a alguna elección?
Imposible. Nosotros nunca con los genocidas, ni con los terroristas del fujimorismo y la derecha, ni con los terroristas de Sendero. Si estamos de acuerdo con que el Movadef se inscriba es por una sencilla razón, porque no inscribirlo sería darle la razón y ayudarles a lograr el objetivo que ellos buscaban. Lo mejor hubiese sido aceptar su inscripción y derrotarlos en las urnas, no sacaban más del 2%. Ahí perdían la inscripción ante la sociedad civil al recordárseles sus crímenes. Si Sendero logró tantas firmas es porque las clases dominantes no te abren ningún espacio de debate, lo han despolitizado todo. Pero con un debate democrático y serio, posiciones como las del Movadef ya hubiesen sido derrotadas hace tiempo. La CVR fue lo más parecido a un debate, pero la derecha bruta y achorada dijo que eso era apología al terrorismo.
A propósito, ¿cómo ve Patria Roja el tema de la CVR?
Hay una serie de diferencias. Creemos que pudo profundizar mucho más en varios aspectos, pero sin embargo saludamos el trabajo de la CVR en el sentido de haber sido objetivo en la mayoría de sus tesis, además de presentar hechos importantes como señalar el número de muertos y heridos y quienes fueron los responsables, y sugerir a quienes investigar y denunciar. El trabajo de la CVR debería ser básico en la curricular escolar.
¿Ustedes siguen siendo marxistas, leninistas y maoístas?
Somos marxistas, leninistas, pero no nos consideramos maoístas.
¿Hay militantes de Patria Roja presos por actos violentos, de terrorismo o de apología al terrorismo?
Ni uno solo por cometer algún acto terrorista. No tenemos un solo militante preso en este país. Pero sí muchos militantes muertos por el ejército y por Sendero Luminoso.

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